miércoles, 4 de abril de 2012

Un miércoles en Río Cuarto

Ni una sola foto. Ni siquiera una pésima postal del puente y su río tímido y de cauce seco; nada, ni una sola foto.
Miro hacia arriba; por lo general mirar hacia arriba implica la acción implícita de observar el cielo, de noche, siempre, desde ya. Estoy sentada en un tronco, al borde de un cuadrado de dos por dos de pasto; acá le decimos "pasto", el césped es eso que a uno le prohiben pisar sea cual fuera el lugar donde se encuentre.
Miro hacia arriba y ahí está el cielo de las ocho y media con tres o cinco estrellas que buscan hacerse un hueco entre las antenas y el contorno, duras líneas de otros edificios bajos.
El cielo de las ocho y media se ve lejano, como casi todo cielo visto desde el pulmón de un edificio; no me molesta, es más, sospecho que tiene un atractivo diferente este cielo de ciudad.
Me encienden la luz del patio y no consigo verlo como me gusta. Dejo de escribir y espero que suene el teléfono.

Río Cuarto, Córdoba, Argentina.