jueves, 25 de marzo de 2010
MONTAÑITA -versión achechada-
La última vez que estuve frente a una computadora escribiendo algo que no terminara en correspondencia para amigos y familia, tenía puesto un pantalón largo, polainas, remeras y un pólar (no sé si guantes). Una de la mañana en Montañita, Ecuador; muero atravezada en una cama de dos plazas sobre una sábana que hace días pide a gritos un jabón. La ventana, abierta al oeste, ventilador oxidado superlativamente a máxima velocidad, pero sin ruidos. Japón no es lo mismo que Taiwán.
Ayer me iba, hoy me iba y mañana me voy en teoría, pero la partida la demoró un día más. Amor-odio me genera este pueblo, como toda persona a la que se quiere sinceramente.
Llevamos un mes en la costa pacífica. Nació el primer parche digno; aprendimos a conjugar un nuevo verbo: yo parcho, tú parchas; vivimos en nuestra primera casa, la primera porpia de nuestras vidas. La mantuvimos, la decoramos, la llenamos de Dogui y Checha: la foto del Río de la plata de la Pitu; la luz para andar y andar de Santi; los totorales, un cielo de México y unas cañas del Tigre de Max y Moi (que debe tener una panza hermosa!); la carta de Fla. Anita y Lucía regalando las miradas y sonrisas más lindas para que uno encare el día con los pies requete vivos. La imagen de Diana, la primera que colgué, que me recuerda todos los días que "nada es lejos". El mandala en la ventana tranquilizando nuestras cabezas, hecho con amor por nuestros hermanos chilenos, Hans y Danilo, esos que hicieron que me muera de ganas por conocer su país. La wipala y la cocina escondiéndose detrás, el mosquitero que jamás usamos, el té que compré y que nunca se movió del estante, la miel artificial y la yerba que es la única que baja y me asusta.
Montaña, Montañita es sol, lluvia con colores impensados, costa y monte, barro y mierda, los mejores atardeceres. Es el amor falso, extraño, insólito; es la música, el pan de sal, los grillos. El barrio los tigrillos, cantalarrana, la santa terracinha, caña grill (?), la rifa, la esquina de los "parce 24", su menucito, su cigarrillito, las empanadas de viento que te hacen un huracán en el hígado, los bolos (o marcianos o naranjú): el 90 porciento de los artesanos pasándose al gremio gastronómico.
Montaña es otra vida dentro de todas las que vamos teniendo, cada paso es una vida nueva, un volver a moverse, a conocer, a preguntar, a mirar: a cada paso cambio.
Los amigos nuevos, los que quedan, Marcelita, Diego, Pri, Les, Jere, Los motoqueros, Alvarito, Anita, Mora, Hans, Danilo, Jony, Casi gol, Rodrigo, Gala, todos (porque es muy probable que me esté olvidando de alguien). Los parceros quemados, re quemados, los parceros respnsables, los parceros chamulleros, los pareceros borrachos. Las doñas que me hicieron 200 jugos de maracuyá con descuentos, las tostadas de queso, aguacate y cebolla, las hambuguesas bajoneras, el tampix (tampico) de toronja.
La gente que aparece tarde, cuando uno ya está partiendo, pero es esa gente con la que te gustaría quedarte una vida compatiendo una mesa; las historias de Viejo, la compañía de Abel.
Esto es Montaña, esto es mi último día.
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6 comentarios:
q lindo checha lo q compartis, gracias!!
despues de leer esto, mas de uno piensa en Montaña como un lugar para quedarse, otros volver y tantos otros(como yo), conocer.
Beso grande a los dos!!
Fla.
Que lindo lo que contas checha!
Les mando un beso grande a los dos!!
Mili (una de las pibas de Guido ja)
chicos, buenisima onda lo que veo y leo de ustedes.
desde bsas, saludos y abrazos eternos!
El Tata
cuando agarran las mochilas de nuevo???
abrazos y besos para todo America!
Amor-odio, exacto el sentimiento que transite Montaña. Qué loco que le pase a tanta gente, exactamente lo mismo.
Muy bueno.. felicitamos por el viaje
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